Salvar a mujeres embarazadas con ébola

Cuidar y evitar la muerte de embarazadas durante una guerra o una catástrofe, como la actual epidemia del ébola, es un enorme reto: solo 5 de cada 100 embarazadas consiguen sobrevivir a esta enfermedad contagiosa. Dice de ella la literatura científica, que la tasa de sobrevivencia de embarazadas nunca hasta ahora había superado el 10%, y la de los fetos el 0%.

En el foco caliente de la epidemia, Liberia, Sierra Leona y Guinea, los esfuerzos para salvar vidas continúan. Uno de ellos es la primera unidad especializada que atiende exclusivamente a mujeres con ébola, en Freetown, la capital de Sierra Leona.
Recientemente, esta unidad, atendida por Médicos sin Fronteras, está logrando tasas de sobrevivencia de mujeres embarazadas y contagiadas, como nunca antes, entre el 50% y el 60%, lo que representa una disminución de la mortalidad, respecto a otra gran epidemia anterior de 1976, en torno al 20% ó 30%.

El brote de ébola fue declarado emergencia sanitaria por la Organización Mundial de la Salud, en agosto de 2014; y desde que se declaró el primer caso, en diciembre de 2013, se han registrado aproximadamente 25.791 casos y 10.689 muertes, casi 10 veces el número de muertes de todas las epidemias anteriores.

Aprendizaje en caliente

Se trata de un aprendizaje “en caliente”. Nunca antes se habían alcanzado resultados tan alentadores. La virulencia de la epidemia actual ha obligado a los equipos médicos a estudiar y comparar los casos, buscando “en el terreno” las medidas más efectivas. Quien habla es Patricia Lledó, la referente de ginecología y obstetricia de Médicos sin Fronteras-España, la responsable de coordinar la atención sanitaria en todos los países donde trabaja la organización.

Hasta la epidemia actual, poco se sabía sobre los riesgos y el tratamiento especializado que debía seguirse en el caso de mujeres embarazadas porque la mayor serie que había documentada de pacientes embarazadas con ébola era de 8 mujeres, del año 1976. La descripción que existía de estos pocos casos, como explica la ginecóloga, Patricia Lledó, "no nos daba para mucho". En brotes anteriores, la mortalidad era casi del 90%. En la emergencia actual, “nuestros centros de atención han recibido cientos y cientos de casos de embarazadas infectadas”.

Patricia Lledó explica cómo han tenido que adaptar los medicamentos, según el tipo de complicaciones, y "balancear entre el desarrollo de la enfermedad y el tratamiento sintomático para las embarazadas". Lo importante de este episodio es que médicos, enfermeras y demás personal sanitario ha tenido que aprender sobre la marcha, en el terreno, en cierta medida porque "hay enfermedades y epidemias olvidadas, en países olvidados que los que se aprenden [su tratamiento] en gran medida cuando ocurren".
Complicaciones en el embarazo

Los protocolos de procedimiento y las medidas que se deben adoptar en la atención sanitaria y médica en circunstancias de emergencia médica, como una guerra o una epidemia, existen, están homologados y detallados. Esto permite planificar dicha atención cuando los equipos médicos y sanitarios llegan al lugar de la tragedia. Hay estándares básicos internacionales para atender, en primera instancia, a las personas que huyen de una guerra, a los niños, a las personas ancianas; también cómo construir sitios seguros o campamentos, depurar el agua, colocar letrinas, etc. En los protocolos, los principales grupos vulnerables tienen planes específicos y supuestos de atención; las mujeres embarazadas tienen un capítulo especial porque los riesgos de muerte aumentan. Lo mismo ocurre con la prevención y el tratamiento de la violencia de género, especialmente, de la violencia sexual. Todas ellas, son medidas extraordinarias y concretas destinadas a evitar lo predecible: que en una situación crítica, violenta y caótica se dispara el número de casos de violación sexual y de mortalidad materna.

El 25% de la población en una situación de emergencia (sea una guerra, una epidemia como la del ébola o un terremoto, como el de Haití) es mujer entre 15 y 45 años, es decir, en edad fértil; el 4% de toda población es una embarazada y, de ellas, 1 de cada 7, sufrirá complicaciones en el embarazo con el riesgo de muerte “igual en Sierra Leona, en España o en Sudán del Sur, en un campo de refugiados”, explica Patricia Lledó, desde la sede de MSF en Barcelona, en la entrevista realizada a través de Skype.

Los supuestos o parámetros ayudan a hacer planes de asistencia. Lo cual quiere decir que en una crisis debe haber equipos preparados para la atención obstétrica de urgencia, es decir en el parto, para que las mujeres puedan ser tratadas en el parto, el post parto, durante las posibles complicaciones. En el caso concreto de MSF-España, a este paquete de ayuda, se añaden dos más, como detalla Patricia Lledó: los métodos de planificación familiar, que son parte de la urgencia “porque así disminuyes el riesgo de embarazo” y el de atención a víctimas de violencia sexual.
Las medidas anticonceptivas pueden salvar la vida a muchas mujeres; al aumentar el riesgo de violaciones sexuales aumenta el de embarazos no deseados y, por lo tanto, más altas son las probabilidades de que haya embarazos de riesgo. Tener acceso a métodos de planificación en una situación crítica es fundamental para mantener con vida a las mujeres. Es decir, que la planificación familiar hace parte de los protocolos internacionales de la actuación de las ONG en medio de una crisis, y por ello, se adoptan en los planes de tratamiento médico-sanitario y preventivo de violencia sexual dirigidos a las mujeres.

Las disculpas de la OMS

La epidemia del ébola no era predecible pero su expansión mortífera sí, a la vista de los datos que había previamente de esta enfermedad. Sin embargo, la reacción mundial tardó en llegar y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido públicamente que su actuación, sus protocolos y sus equipos no llegaron a tiempo, porque evitaron analizar la magnitud de la tragedia; y dejaron a los países africanos afectados con sus escasos medios. La directora de la OMS reconoció los errores que habían cometido; en primer lugar, no haber dado la voz de alerta desde los primeros casos detectados. Margaret Chan admitió que la agencia no estaba preparada para la epidemia y que sobrepasó su capacidad. La OMS ha sido fuertemente criticada por su negligente actuación, incluyendo organizaciones médicas como MSF.

Los casos de personas contagiadas han disminuido; más zonas han sido declaradas libres de ella aunque los riesgos de contagio y de muerte persisten. La enfermedad no dará tregua, por ello en Sierra Leona, continúa abierta la unidad para embarazadas. Para MSF, la primera maternidad para mujeres con ébola instalada en Freetown, debería convertirse en un centro de referencia para mujeres gestantes con esta enfermedad. En este brote actual, los casos han podido ser documentados como nunca antes. Cabe esperar que puedan mejorar los protocolos de actuación, incluyendo los destinados a las pacientes embarazadas.

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