¿Por qué no están ellas en Adís Abeba?

¿Cómo se garantiza seguridad y acompañamiento a miles de mujeres y niñas en los campamentos habilitados para el refugio en el caso de una emergencia? El conflicto actual en Sudán del Sur ha cogido por sorpresa a la comunidad internacional y las acciones concretas para la protección de mujeres y niñas no están siendo implementadas como cabría esperar.

El caso de Sudán del Sur –en estado de emergencia- está demostrando que, a pesar de que existen estándares internacionales para dar seguridad a las mujeres y prevenir la violencia de género en situaciones conflictivas, no se ponen en práctica los protocolos ni se destinan los recursos económicos suficientes para actuar con rapidez y eficacia; es decir para prevenir.

La guerra antes de la navidad

Las causas que provocaron el estallido violento del pasado 15 de diciembre en Sudán del Sur –dos años y medio después de su independencia de Sudán- son indirectas, por ejemplo, la desatención de necesidades básicas como agua, vivienda, comida, seguridad, carreteras para movilizarse, actividad comercial interna, en definitiva la pobreza y la desigualdad, que afecta en mayor número a niñas y mujeres. Y están las causas directas del conflicto -en el que han muerto miles de personas, 10.000 según International Crisis Group- como el desequilibrio en el balance de poder entre facciones que representan etnias diferentes, la ausencia de mujeres en los poderes del estado, en las administraciones y al frente de las comunidades rurales; las disputas históricas irresueltas; el choque de intereses en la industria extractiva, como el petróleo; o las deficiencias en el proceso de reconciliación para la creación de un estado plurinacional o pluriétnico.

El enfrentamiento armado que comenzó en diciembre en la capital del país, Juba, saltó de la noche a la mañana, a pesar de sus causas profundas y de que las diferencias entre los dos líderes indiscutibles del país son históricas y son pre-Estado. Los dos hombres fuertes, y sus respectivos círculos de hombres fuertes, cuyo antagonismo había crecido desde el establecimiento del primer ejecutivo del nuevo estado, deciden finalmente “ir a la guerra” antes de finalizar el año.

¿Se puede planificar en un caso como este que las mujeres estén diez días después sentadas en torno a una mesa de negociación para un alto el fuego? ¿Quién va a llamarlas? ¿Los dos hombres fuertes? ¿Los hombres fuertes de los estados del Grupo Intergubernamental para el Desarrollo de la región (IGAD, en inglés) que propiciaron el cese de hostilidades?

¿Cómo y en qué preciso momento se aplica, en este caso, la Resolución 1325 de Naciones Unidas sobre Mujer, Paz y Seguridad, la cual exige una cuota de representación de mujeres en todo tipo de negociación de paz?

En diciembre, durante las primeras semanas de enfrentamientos armados, de colapso literal del Estado, donde hubo acciones de limpieza étnica ¿quién debía implementar el artículo de la Constitución Transitoria de Sudán del Sur que dice que las mujeres deben representar el 25% de las personas que formen parte de las estructuras del gobierno y de cualquier estructura para la toma de decisiones?

¿Ausentes de la paz?

En el gobierno hay ministras que apoyan al Presidente de la República, Salva Kiir; igual en la parte contraria, la del que fuera ex vicepresidente, Riek Machar, hoy escondido en algún lugar del país y a la cabeza de la oposición político-militar.

Ambos bandos femeninos están ausentes en las diversas formas que ha ido adoptando el estallido de diciembre hasta ahora: desde los primeros enfrentamientos armados en torno al Parlamento y la Casa presidencial en la capital del país, hasta los asesinatos puerta por puerta de ciudadanos nuer en la ciudad de Malakal, y los abusos, detenciones y más asesinatos de nuer y de dinka (los dos grupos étnico-políticos más poderosos) en otras partes del país.

El NAP

Los hechos están demostrando que el enfrentamiento violento entre partidarios de Kiir y de Machar fue un calentamiento in crescendo en busca de poder. ¿Cabe entonces la pregunta de por qué no están las mujeres en Adís Abeba (Etiopía), donde se negocia un acuerdo político para la reconciliación de las dos partes?

Apenas dos días antes de la ruptura violenta del status quo civil y militar en Sudán del Sur, una comisión especial se reunía en Juba, bajo el auspicio de ONU Mujer, para la redacción del Plan de Acción Nacional para la implementación de la Resolución de ONU 1325.

La Comisión se reunió los días 12 y 13 de diciembre para validar el borrador final del Plan de Acción Nacional para poner en práctica la Resolución 1325, para el periodo 2014-2019. La Comisión fue de alto nivel por tratarse de una política de estado; ministerios, sociedad civil, mujeres, parlamentarias, representantes de Naciones Unidas y donantes estuvieron afinando el borrador del documento final, apenas dos días antes de la crisis y del estallido de violencia. Según el documento, el objetivo general del plan es “reforzar la participación de las mujeres en los esfuerzos que se hagan por la paz y la seguridad”.

La resolución pacífica del conflicto de Sudán del Sur, que es el primer golpe duro y violento tras su declaración de independencia en julio de 2011, tiene en vilo a la población. Es una incógnita figurar el equilibrio de fuerzas entre los dos grupos fuertes del país; como lo es conocer las vías que se abrirán para la participación directa de las mujeres en cualquier conversación de paz, de reconciliación, de reparto de cuotas de poder, etc. Mujeres procedentes de ONG sur sudanesas en el país y en la diáspora han llegado a una agenda común y ahora tratan de tener un pie en Adís Abeba para hacer efectivo su derecho a participar en las negociaciones. Por su parte, el gobierno sur sudanés aceptó incluir a tres mujeres, en la delegación que negocia la paz en Etiopía.

En ambos casos, su presencia en esta iniciativa de paz no es un derecho porque depende de la cantidad de influencia que demuestren las mujeres a los negociadores.

Juba, marzo 2014.

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